Desagradable encuentro {Lucien}

Que no hubiera tenido clases en la mañana me había permitido salir por un tiempo que definitivamente no era el que solía tomarme en los días de clases, y había terminado realmente hambriento después de pasar varias horas dando vueltas por la ciudad, y ahora volvía al campus para almorzar algo antes de tener que lidiar con las clases de la tarde.

El estacionamiento parecía bastante vacío, así que busqué un lugar conveniente para aparcar el auto con la mirada, así que pegué un frenazo cuando volví mis ojos al frente, donde había una chica sentada en el pavimento, haciendo quién sabe qué. Los neumáticos chirriaron deteniéndose apenas a unos centímetros de ella, y presioné la bocina con fuerza antes de salir del automóvil absolutamente furioso. ¿Qué demonios le pasaba por la cabeza?

La chica, quienquiera que fuese, era guapa, pero eso no le quitaba la estupidez de ponerse suicida como lo había hecho. Estaba también esa sensación ya más que reconocida que me avisaba que no era una simple humana, lo cual lo hacía incluso peor.

-¿Te das cuenta de que pudiste haberme matado?- la remedé usando un tono de voz que quería parecerse al de ella, pero fallaba gracias a la irritación que sentía en ese momento. -¿Te das cuenta de que estabas sentada en mitad del estacionamiento? ¿Que te quieres matar o qué? ¿En qué estabas pensando? ¿Piensas?- le solté sin apenas una pausa entre medio de esas preguntas. No era que me molestase a la conciencia precisamente la muerte de alguien, pero aparte de que me dañaría el auto (?), que alguien 'especial' cometiese esas estupideces era simplemente enervante porque se suponía que deberían estar por encima de los humanos, que eran los que se llevaban la corona a la hora de hablar de estupideces.

-Solamente cuando se meten en mi camino- respondí a su primera pregunta, siendo tanto literal como figurativo en este caso, aguantando sin problema la mirada fulminante que me dirigió. No me importaba en absoluto la opinión que los demás pudieran tener de mí cuando les merecía solamente una opinión negativa o en ese orden.

-¿Mi culpa? ¿Te sientas en medio del pavimento y es culpa mía? Claro, si te tiras de un edificio y te rompes todos los huesos es culpa del piso que es demasiado duro- le espeté, negando con la cabeza una y otra vez.

-¿Mi ego acaba de...? ¿Te escuchas lo que dices? ¿Haces sentido alguna vez? Y, lo más importante, ¿no te saldrás de en medio?- la cuestioné, molesto.

La tensión que sentía era enorme, y no recordaba a absolutamente nadie que me hubiera irritado tanto. No en este plano, al menos, y en el plano al que pertenecía, si alguien cometía el error de meterse conmigo, lo pagaba con su vida, y frecuentemente con la de su familia también.

Ya había tenido suficiente. La chica no hacía sentido en absoluto y pretendía endorsarme su falta de coherencia a mí, así que antes de meterme a destruirla en una bola de fuego, por ejemplo, decidí retirarme antes de hacer algo de lo que me arrepintiese después. No porque le tuviera miedo a lo que ella pudiera hacerme, que seguro estaba cerca del orden entre NADA y CERO, pero tenía que recordar esa estúpida tregua y mascarada organizada en la universidad. De que me lo cobraría, claro que lo haría. No gasté ni una sola más palabra en ella y, mirándola con desprecio, volví a subirme al auto, que retrocedí en una fracción de segundo, tomando velocidad y dando una violenta vuelta en 180° para irme a buscar otro lugar donde no hubieran mujeres necias. Al final lo estacioné a una decena de metros y me bajé para ir a comer algo, finalmente.